domingo, 25 de septiembre de 2011

Reto de los 30 libros, día 22: Uno de poemas

Gloria a ti y alabanza, Satanás, en la altura
donde antaño reinaste, y en las simas más hondas
del infierno, en que sueñas, en silencio y vencido.
Haz que mi alma, a la sombra de aquel Árbol de Ciencia,
a tu lado repose, cuando sobre tu frente
como un Templo novísimo sus ramajes se extiendan.

Las Flores del mal de Charles Baudelaire es una antología, por lo que estoy haciendo trampa.
A Baudelarie lo conocí en esa época de la que ya he hablado aquí, en que tenia cierta obsesión con todo lo que sonará a satanismo. Era obvio que ese camino me llevaría a este poeta maldito (que por supuesto descubriría que no era satánico) y sus letanías a satanás.

Recuerdo que me impresionó tanto que me dedique a buscar por mucho tiempo poetas malditos y poesía oscura, esa búsqueda después me llevaría a encontrar a otro poeta: Jaime Sabines y se canonicemos a las putas y me encanta dios, que cosas ¿no?



Dejo aquí este quizá no tan famoso

UNA CARROÑA


Recuerda lo que vimos, alma mía,

esa mañana de verano tan dulce:

a la vuelta de un sendero una carroña infame

en un lecho sembrado de guijarros,
con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
ardiente y sudando los venenos
abría de un modo negligente y cínico
su vientre lleno de exhalaciones.

El sol brillaba sobre esta podredumbre,
como para cocerla en su punto,
y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza
todo lo que en su momento había unido;
y el cielo miraba el espléndido esqueleto
como flor que se abre.
Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba
creíste desmayarte.

Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido
del cual salían negros batallones
de larvas que manaban como un líquido espeso
por aquellos vivientes andrajos.

Todo aquello descendía y subía como una ola,
o se lanzaba chispeante
se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago,
vivía y se multiplicaba.

Y este mundo producía una música extraña
como el agua que corre y el viento
o el grano que un ahechador con movimiento rítmico
agita y voltea con su criba.
Las formas se borraban y no eran más que un sueño,
un esbozo tardo en aparecer
en la tela olvidada, y que el artista acaba
sólo de memoria.

Detrás de las rocas una perra inquieta
nos miraba con ojos enfadados,
espiando el momento de recuperar en el esqueleto
el trozo que había soltado.

Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura,
que esta horrible infección,
¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,
tú, mi ángel y mi pasión!

¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias,
después de los últimos sacramentos,
cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias,
a enmohecer entre las osamentas.

Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos
que te comerán a besos,
¡que he guardado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!


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