viernes, 13 de agosto de 2010

El Salvador

Que el hombre no llegó a la luna, se trató de un montaje de Holliwood. El SIDA no existe, es una conspiración de la industria farmacéutica. El escudo que aparece en los billetes de Estados Unidos es en realidad un mensaje masón para la dominación mundial. Las torres gemelas fueron derrumbadas por medio de bombas y no a causa de los aviones, el gobierno lo preparó todo.
Mauricio había creído éstas y muchas otras teorías de ese tipo desde su adolescencia, pero hasta hace poco se dio cuenta que la verdad, la única, se encontraba cifrada en la programación nocturna de ese canal que siempre le pareció de mal gusto, pero era cierto, ahí estaba y era tan compleja que al parecer nadie había logrado comprenderla.
Recargó su escopeta y le disparó a una anciana que salía de un restaurante de comida rápida, Le despedazó la garganta.
Pudo ver que una chica entraba a una juguetería para esconderse, no son tan aterradores, pensó. La siguió. No podía mostrar misericordia con esos seres. Ya no son humanos, murmuraba una y otra vez. Cuando encontró a la joven, su belleza lo hizo dudar, al igual que sus suplicas. Estaba confundido, tampoco se suponía que rogaran por su vida. Se mordió los labios y cerró los ojos. La sangre le salpicó la ropa, un pedazo de cuero cabelludo se le pegó en la camisa. Sintió nauseas y vomitó junto al cadáver. Cuando se tranquilizó, descubrió que era observado por un aterrado niño que se aferraba a su oso de peluche.
No, no puedo, debe tener la edad de mi hija, se dijo. Bajó el arma y dio media vuelta. Comenzó a caminar hacia la puerta. Pasó frente a un televisor. Vio en las noticias que alguien más estaba atacando un centro comercial. Sonrió. Regresó por el pequeño, su gesto de inocencia ya no le importaba, ahora estaba completamente seguro de haber entendido el mensaje correctamente y que existían más hombres como él salvando a la humanidad.


Cuento publicado en el numero 94 de la revista digital Minatura

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