lunes, 19 de julio de 2010

INOCENTE

Rogelio arrastró la silla y la colocó enfrente de la cama para poder ver mejor los rostros de su amigo y su esposa.
Mariela trataba de cubrir su desnudes. Rogelio le apunto con el arma
-Por favor pendeja, ¿de quien te tapas? Es obvio que todos aquí te hemos visto en pelotas- dijo tranquilamente- ¡Pinche puta de mierda! – Gritó al tiempo que disparaba al techo de la cabaña. Mariela al igual que José se cubrieron la cara y ella comenzo a llorar.

- Cállate estúpida – dijo mientras disparaba de nuevo, pero esta vez a la cabecera de la cama.

- Rogelio, por favor... piensa lo que vas a hacer... mira lo podemos arreglar de otra forma – la voz de José era entrecortada y nerviosa.

- ¡Ay! No me vengas con mamadas pendejo. ¡Pinche imbécil! A ver dime, ¿cómo putas se arregla esto animal? ¿Yo me la cojo los lunas, miércoles y jueves y tú los demás días? – Rogelio se levantó de la silla se pusó de espaldas, se pasó la mano libre por la cabeza y se dio vuelta -¡ De verdad que eres un pinche retrasado! – Gritó, y después hizo tres disparos más, uno de ellos destrozó la lampara que estaba al lado de la cama.

-Miren, vamos a ser razonables- dijo mientras se acomodaba de nuevo en la silla poniendo el respaldo al frente para recargar los brazos y el mentón en el –Tú, zorra eres mi esposa – dijo señalando a Mariela con el arma – y tú pedazo de mierda, eres mi amigo – dijo ahora apuntando a José.

-No quiero pensar que los dos sean unos traidores, me niego a aceptarlo, creo que no lo soportaría –las lagrimas empezaron a brotarle – Creo que uno de ustedes al igual que yo es una víctima. Creo que uno de ustedes fue arrastrado a esta situación con engaños y.. - el llanto le impido seguir hablando.

Después de un largo minuto de llanto, Rogelio se secó las lagrimas y siguió hablando.

-Uno de ustedes es inocente y no voy a matar a un inocente. El problema, ¡el puto problema hijos de su chingada madre!... es que no tengo idea de quien de los dos es el inocente.

Rogelio se dedicó a apuntar alternativamente el arma a Mariela y a José unos minutos.

- Mariela ¿tú comenzaste esto?

- No, yo... - temblaba y lloraba

- ¿Entonces fuiste tú Rogelio? ¿Tú eres el maldito traidor, malagradecido? ¿ Tú sedujiste a mi inocente esposa? ¿Con que sucias artimañas la enredaste?

-No Rogelio... yo le iba a poner fin a esto, yo me sentía... –José también comenzó a llorar –me sentía terrible, yo no puedo con la culpa... ella... ella lo inicio todo.

-Pinche marica –Mariela abofeteó a José, no podía creer lo que escuchaba.

-¡Ja jajaja! Que buena idea, a ver quédate quieta puta, deja que el maricón de su versión, ya después hablas tú. Prometo matar solo al culpable.

-Dime maricon ¡jejee! ¿Cómo fue que te engatusó la perra de mi esposa?

José miró de reojo a Mariela y después miro a Rogelio, dio un fuerte suspiro y comenzó a hablar.

-No sé bien cuando empezó todo, ni como, pero poco a poco se me fue metiendo. Aprovechaba cada ocasión para coquetearme. De pronto dejó de ser la mujer recatada de siempre y comenzó a vestirse de una forma muy...

-Muy provocativa –dijo Rogelio

-Así es, tu mismo me lo llegaste a comentar alguna vez.

-Sí, tuvimos una que otra pelea por eso.

-Bueno pues ella hacía cosas, se inclinaba en la mesa para que viera su escote, se sentaba siempre frente a mí y cruzaba las piernas a cada rato. Después empezó a hacer comentarios sobre lo bien que me veía, me tocaba los brazos y el pecho. Un día cuando te fuiste a la conferencia del año pasado...

- ¡Cabrones, llevan un año haciéndome pendejo! –gritó Rogelio y disparó el arma de manera accidental. Cuando se calmó, le pido a José que continuara.

-Como te decía, el segundo día que estuviste fuera, ella llamó a mi casa, me dijo que se sentía muy sola, que quería compañía, que fuera. Al principio no le vi nada malo, pero recordé sus coqueteos y me negué, entonces ella se puso a llorar y a suplicar, me compadecí de y pense que tal vez todo eso era sólo mi imaginación.
Llegue a la casa con la única intención de hacerle compañía, no tenia idea de que en realidad quería seducirme...

-Pero en serio que eres un...

- ¡Cállate Mariela! Esta hablando el maricón, déjalo terminar.

- Me recibió en ropa interior, dijo que hacia calor y de inmediato me ofreció de beber, me emborrachó, empezó a besarme y a tocarme y yo caí en sus redes.

-Pero eso no explica por que se siguieron acostando.

- Me dijo que estaba enamorada de mí, que me necesita, hablaba horrores de ti, de lo mal que la tratabas, de lo sola que se sentía. Necesita a alguien me dijo y... Creo que me enamore.

-¡No mames! – dijo Rogelio soltando una enorme carcajada.

-Mariela, tu turno – dijo Rogelio apuntándole con el arma.

-Pues bien, antes que nada yo no le coqueteaba a este pendejo. Si comenze a vestirme de forma más atrevida, fue porque me gustaba y porque pense que podría hacer que el sexo entre nosotros mejorara. Pensaba que tu falta de apetito sexual podría ser culpa mía. Pero cuando me di cuenta que todos los hombres, incluido el maricon de mi derecha, se fijaban en mi, supe que no era eso. También supe que no era solo sexo lo que faltaba en nuestra relación. Tu me ignorabas por completo, te la pasabas metido en tu trabajo, no hablábamos para nada. Me sentía muy sola es cierto y José me escuchaba y me hacia sentir deseada, el muy cabron aprovechaba cada momento a solas conmigo para coquetearme. Pero ahora sé que todas sus atenciones y halagos, eran solo para acostarse conmigo –Mariela se secó las lagrimas y continúo- Esa noche yo no lo llame, él llego, me dijo que quería platicar, me hizo servirle una copa y me pidió que lo acompañara. Después de unos tragos me dijo que me amaba y me beso y yo... yo fui quien cayo en sus redes. Me hizo sentir viva de nuevo, me dio lo que tu no me dabas... aunque el sexo no mejoró mucho que digamos, es tan malo como tu, la única diferencia es que tú tienes grasa y el músculo, pero creo que incluso lo tiene más chiquito.

- ¡jajaja! ¿Que te dije eh? Si el apodo de pitochico era por algo. Tanto pinche músculo y coges igual de feo que yo –Rogelio se quedó pensativo analizando lo ultimo que dijo.

- ¿Así que me estas diciendo que si tú me engañaste fue porque nuestra relación estaba mal y él aprovechó la situación?

- Si, pero la verdad es que yo aun te amo y pienso que aun podemos salvar nuestro matrimonio.

- No mames.

-No sé, ninguno de los dos me convence del todo.

-Tal vez –dijo José temeroso- es que ni ella ni yo seamos culpables. Tal vez es culpa tuya.

-¿Qué?, ¿Cómo que mi culpa mamón? ¿Acaso yo les dije vayan pónganme el cuerno, aprovechen que salgo de viaje? Ahora si te la jalaste cabron, a ti si te mato –Rogelio se levanto de la silla y le apunto a la cabeza

-No, espera me refiero a que... baja el arma, déjame explicarte.

Rogelio miró al techo y se sentó de nuevo.

- Mira, no digo que lo hayas hecho de manera intencional, pero creo que influyó el hecho de tu falta de atención por ella, que nos hayas permitido convivir tanto, que... que me pidieras que la cuidara cuando tú te ibas. Es decir convivíamos más entre nosotros que contigo, eres mi mejor amigo hacíamos todo juntos, pero desde tu ascenso, a mí también me hiciste a un lado...

- ¡Ay tú también te sentías sólito! – le interrumpió Mariela.

-No te burles, creo que tiene razón. Todo es culpa mía..

Rogelio puso el cañón de la pistola en su boca, la mano le temblaba, estaba empapado en sudor y no paraba de llorar. Cuando parecía que iba a jalar el gatillo, se sacó la pistola y se disponía a decir algo, cuando Mariela le ganó la palabra.

- Sabia que no lo harías prometiste matar al culpable, pero como siempre nunca cumples tus promesas. Pero esta vez me ale...

- Sólo les iba a pedir perdón y a desear buena suerte –interrumpió Rogelio- Pero...

Rogelio se levantó de la silla y disparo a su amigo y esposa hasta quedarse sin balas. Después salió de la cabaña convencido de que algunas veces no es tan malo no cumplir una promesa.

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