sábado, 27 de noviembre de 2010

IMPARABLE

No sé que diablos hago aquí, ni por qué tengo grabada la cara de esta chica; jamás la he visto, pero siento el deber de encontrarla.
Llevo 40 minutos dando vueltas por aquí. Es la tercera vez que paso frente a este edificio y la veo salir. Sí ahí está, del otro lado de la calle. Corro hacia ella mientras extraigo una pistola de mi saco. ¿Qué diablos hago con una pistola?
Ella me ve y echa a correr. La persigo sin saber la razón, como si mi cuerpo pensara por sí solo. Ahora le apunto con el arma y disparo. Nunca he usado un arma, pero casi acierto.
Algo en mí ordena seguir y no parar hasta matarla. No quiero hacerlo pero no puedo evitarlo. Le vuelvo a disparar. Gracias a Dios no ha dejado de correr. Dio vuelta la esquina; ojalá tome un taxi y la pierda de vista. No, aún la veo. Sigo disparando; me estoy acercando demasiado; temo que si vuelvo a disparar esta vez no fallaré.
- Pide ayuda- le grito mientras termino las balas. Hiero a un hombre y me detengo, pero sólo para cambiar el cargador. Corro otra vez tras la chica.
Estoy sorprendido, llevo 20 minutos corriendo y no siento fatiga, con mi sobrepeso debería agotarme.
-Llama a la policía- vocifero después de dispararle una vez más, pero parece que esa no es una opción para ella.
Ha entrado en un centro comercial; eso está bien, ahí hay mucha gente, seguro podrá escapar. Trato de ayudarle y me quito las gafas: como soy miope no podré ver nada... -¡me lleva!- veo perfectamente... Ahí está, entre la multitud. Le apunto y rezo porque mi tiro falle. He tenido suerte, erré y además llamé la atención de los guardias del lugar. Vienen tres tipos enormes hacia mí. Nuevamente estoy sin balas, así que les será fácil detenerme. Uno de ellos me golpea con su macana, pero se la arrebato. No puedo creer lo rápido que me he movido.
-¡No seas imbecil, estás entrenado, detenme!- Un segundo tipo se acerca; lo pateo en el rostro, parece que rompí su nariz. El primero está en suelo con un brazo dislocado. Viene otro más y se me echa encima. Creo que él sí podrá reducirme.
Estoy en el suelo; veo a la chica saliendo del edificio y sé que debo ir tras ella.
Le entierro los pulgares en los ojos al guardia para que suelte; lo tomo del cuello y lo arrojo contra una puerta de cristal, queda inconsciente... ¡ahora quién me detendrá!
Voy al estacionamiento; la chica está por subir a un taxi; corro como nunca lo he hecho y la alcanzo antes de que logre cerrar.
La bajo del auto con violencia y, mientras la estrello contra el piso una y otra vez, le grito que tome mi pistola y me dispare. Es demasiado tarde... Ya está muerta.
El pavimento está lleno de sangre; el cráneo de la chica, destrozado. Estoy rodeado de patrullas.
He terminado. Mi cuerpo cumplió su misión, pero aún no tengo el control. Un nuevo impulso me domina. Saco una pastilla de mi bolsa y la trago antes que los policías me esposen. Sé que es veneno y que moriré pronto, pero no puedo evitarlo. No podrán interrogarme; nunca sabrán por qué la maté... y yo tampoco.







Es del 2005, lo cuelgo con todo y sus errores, nomas yo me leo, pero aviso que en cuanto termine de corregir unos trabajos, ya estare colgando cosas nuevas

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