Ramiro Mendoza
Elizondo solía ser corrector de estilo en Monterrey. Sin embargo, un buen día
mata con sus propias manos a tres asaltantes y, a partir de ese momento, ya no
puede detenerse. Renuncia a su vida anterior para entregarse al anonimato de
las sombras, los basureros y la prisión. Caminar en medio de esa nostalgia se
vuelve un siempre estar en camino, sin nombre, sin un lugar fijo adónde llegar.
Y aunque para él no hay nada como matar a un hombre, incluso cuando es
contratado exclusivamente para ello, se enfrentará a un encargo que le revivirá
su pasado: ¿aceptará la encomienda de su jefe de asesinar por vez primera a una
mujer, aunque para ello deba regresar al norte del país? Ramiro Mendoza, «el
Chato», se verá obligado a encarar sus fantasmas y a una imperiosa necesidad de
reordenar su realidad. ¿Será posible la redención?
Ramiro Mendoza asegura que no hay nada que le guste más que
asesinar a un hombre, pero cuando su nuevo cliente, como suele llamar a sus
víctimas, es una mujer radicada en Monterrey, lugar que abandonó tras asesinar
por primera vez, Ramiro, el chato, se cuestiona
su actual estilo de vida a la vez que los recuerdos del pasado comienzan a
acosarlo.
La historia es narrada en tercera y primera persona, entre
el presente y el pasado. Los Flashback llegan en desorden, sin respetar una línea
de tiempo, así, nos podemos topar con la escena de la noche en que fue
asaltado, y en el siguiente con el chato viviendo en un basurero, o en la
cárcel para después ver como terminó ahí. , pero a pesar de su estructura (la
cual Parra lleva utilizando en algunos de sus cuentos desde hace años) su
lectura es sencilla y ágil.
Sobre como el corrector de estilo termina convirtiéndose en
asesino, un amigo me comentaba que le parecía bastante inverosímil, opinión con
la que no estoy de acuerdo, si bien se trata de un simple asalto, los
acontecimientos que suceden antes de que Ramiro estalle, los cuales se van
dando a lo largo de varias horas (una cinta de vaqueros, varias cervezas, un
viejo chiflado lanzando amenazas, el prota haciendo revisión de lo que ha
logrado y dándose cuenta de que no lleva la vida que desea, planeando proyectos,
recriminándose su cobardía, etc.) me convencieron.
Las fallas las encuentro en algunos indicios que no llevan a
ningún lado, en recuerdos y reflexiones que nada aportan a la historia, sobre
todo porque Parra asegura que al sustituir la estructura lineal con esta otra,
el autor es capaz de evitar la paja y Nostalgia de la sombra, aunque en poca
cantidad, para mi gusto la tiene.
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