Historia verídica
A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible
al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los
cristales de anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por
milagro no se le han roto.
Ahora este señor se siente profundamente agradecido, y comprende que lo
ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa
de óptica y adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble
protección, a fin de curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche,
y al agacharse sin mayor inquietud descubre que los anteojos se han hecho
polvo. A este señor le lleva un rato comprender que los designios de la
Providencia son inescrutables, y que en realidad el milagro ha ocurrido ahora.
FIN
Lo anterior es uno de los primeros cuentos que leí en mi
vida. Lo hice en el libro de lecturas de cuarto grado. Cuando me lo encontré en
las páginas de Historia de cronopios y de famas sentí una nostalgia muy grande
y también bastante coraje pues este libro (con sus ejercicios de comprensión de
lectura y toda la cosa) ya no se reparte
en las escuelas desde hace mucho tiempo. Creo que el gusto por lectura
lo tuve siempre, pero estos fueron por mucho tiempo lo único que tenía a mano
para leer (junto al libro vaquero y el sensacional de luchas, que eran baratos
y me los podía comprar con las propinas que me daba una vecina por hacerle los
mandados) pues no tuve mi primer libro hasta los doce años.
Metiéndonos a fondo con Historias de cronopios y de famas he
de decir que de las cuatro partes en que se divide: Manual de instrucciones,
ocupaciones raras, material plástico e historias de cronopios y de famas; en
definitiva es la última la que contiene los mejores relatos y luego de eso,
aunque quizá la mayoría ponga el manual de instrucciones, yo prefiero las
ocupaciones raras. Cortázar nunca me decepciona. De lo mejor de esta segunda
mitad del año (y de la otra también).
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