La biblioteca de Icamole se ha quedado sin lectores. Sin embargo, los libros que la habitan se apoderan de la cotidianidad del pueblo que muere de sed y dan la respuesta a una muerte misteriosa. La de una pequeña que aparece inerte dentro de la única reserva de agua que queda: el pozo de Remigio, hijo de Lucio, el bibliotecario. Un verdugo implacable de las malas historias, mismas que entrega sin remordimiento a las cucarachas. Lucio será el encargado de encontrar en los libros la coartada perfecta. Esa que libera al presunto culpable de asesinar a la hermosa niña que, muerta, consigue cautivarlo. Así, la versión que surge de las páginas sobrevivientes se convierte en la única posibilidad. En la opción que permitirá a todos continuar. David Toscana rebasa los límites existentes entre vida y literatura con su habilidad de enlazar narraciones que parecen eternas e infinitas.
El último lector de David Toscana, es una obra de esas que te atrapan apenas leer las primeras paginas.
Lucio, el protagonista de la historia, es el dueño de una biblioteca donde el es el único lector, pues todos están más preocupados por la sequía que asedia al pueblo desde hace meses, los rezos en la iglesia y la veneración a una carta y un sin fin de cosas que consideran más importantes que leer.
El hijo de Lucio encontrara el cadáver de una niña en su pozo, el único que aun tiene agua y acudirá a su padre para tener un testigo de su inocencia en caso de que las cosas se compliquen. Pero Lucio, convencido de que la vida tiene siempre un parangón en las novelas que lee, le dirá que es lo que debe hacer, como también lo hará con los policías que investigan el caso. Toscana aprovecha la trama para darnos lecciones de como debe escribirse, criticando una infinidad de novelas (todas ficticias, acomodadas a las necesidades del autor) donde los lugares comunes, las descripciones innecesarias o la ausencia de las necesarias, los clichés, la moralina y otros tantos defectos son tales, que merecen terminar en el infierno, con la leyenda CENSURADO.
Realismo mágico y humor negro, pero dentro de un estilo muy propio es donde se encuentra El último lector. Una novela llena de momentos increíbles.
Dejo a continuación algunas frases y pasajes que me gustaron bastante
Mire que mencionar la expresión de horror del negro y no ahondar en eso; debió decirme cómo vibraban sus labios rojizos y gruesos y quebrados con hilo de baba, o al menos cómo lucía la luna sobre el blanco de sus ojos. La palabra horror es un engaño del escritor,. Pretende crear tensión inexistente porque es obvio que el negro no va a morir...
Son sandeces de Santín, nadie puede jurar que se trata de la sonrisa del diablo porque nadie lo ha visto sonreír ni no sonreír, es un recurso dramático, inútil...
Imbéciles, dice Lucio, le rezan a dios y los escucha el diablo.
Todos buscan el final feliz, dice, la cara sonriente, romper el destino natural, evitar la tragedia; persiguen lo banal y desabrido, lo ligero y mujeril: se rehúsan a hacer literatura.
No es la primera vez que Lucio tiene una biblia en las manos, ya antes la ha leído y le parece un excelente libro, si sólo se hubiera realizado un mejor trabajo de edición, si no exhibiera excesos del novelista que cobra por palabra.
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