Hace algunos años solía comprar cuanta revista sobre metal
encontraba. Había una en particular, Hell Awaits, que me gustaba mucho porque
incluía un cd de regalo. La revista en sí no era en realidad algo del otro mundo:
un montón de información sobre conciertos (en España, porque de allá venía) entrevistas
a bandas de diversos géneros, reseñas de discos, anuncios de tiendas
especializadas, demos, etc. Pero un número en especial, el 39, con su artículo:
The new wave of japanese horror, el cual
hablaba de títulos como the ring, ichi the killer, Battle Royale y el club del
suicidio, y de cómo este tipo de cintas venían a ser una bocanada de aire
fresco para quienes estaban hartos del cine hecho en Hollywood.
La descripción de escenas como la de las estudiantes en el
metro (suicide club) o las imágenes de una masacre de yakuzas (Ichi the Killer)
fueron suficientes para despertar mi
curiosidad. Buscar esos títulos me llevó a conocer otros, de diferentes géneros,
nacionalidades y épocas y a ver con
otros ojos filmes ya conocidos (las pelis del Santo incluidas).
Hace un par de meses, buscando entre mis revistas viejas
dedicadas al Metal, me encontré el
número 39 de Hell Awaits, y recordé que fue leyendo su artículo sobre cine japonés
que todo empezó.
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