En el 2008 tuve por primera vez la necesidad de conseguir un
título en específico, se trataba de Farabeuf, del escritor mexicano Salvador
Elizondo. Como no lo conseguí en ninguna librería, terminé comprándolo por
internet. Recuerdo que mi interés en ese libro se debía al morbo que había
despertado en mí un artículo de una revista dedicada al metal -a las que era
muy afecto en aquella época- pues comenzaba con una introducción en la que se
decía, palabras más, palabras menos, que me hablarían de una historia que me
quitaría el sueño por varias noches y que hacía que películas como Guinea Pig parecieran
cosas de niños. El resto del texto se ponía serio y hacía una reseña decente de
la novela, pero a mí lo que me movía era eso de las mutilaciones y la
fotografía del tormento chino llamado Leng Tche. Apenas tuve el libro en mis
manos comencé a leerlo y pronto comprendí que todo iba más allá de la tortura
física. Farabeuf me impresionó y después de haberlo leído dediqué un tiempo a
buscar reseñas e información sobre el, que me pudiera esclarecer algunas
cosas. Ahora, al releerlo seis años
después, lejos de parecerme más sencillo, lo sentí más críptico, pero también
más bello. Las palabras, las imágenes construidas con ellas, son preciosas.
Esta vez no necesité de ningún texto de apoyo para comprender Farabeuf,
simplemente me dediqué disfrutar de su
lectura.
sábado, 15 de noviembre de 2014
domingo, 29 de junio de 2014
Nana de Chuck Palahniuk
A Carl Streator, periodista de
mediana edad, le han encargado que escriba una serie de artículos sobre la
muerte súbita infantil, un tema que le resulta familiar pues él mismo perdió a
su hijo en circunstancias extrañas. En el transcurso de la investigación
descubre que en todas las casas donde ha muerto un bebé (o un niño, o un
adulto) hay un ejemplar del mismo libro: una antología de poemas africanos que
contiene una nana letal. Esta canción mata a aquel que la escucha; de hecho, su
poder es tal que ni siquiera es necesario recitarla, con tan solo memorizarla y
odiar a alguien intensamente, cae fulminado. Helen Hoover Boyle, agente
inmobiliaria especializada en vender casas encantadas, también tenía un hijo que
murió en circunstancias similares al de Streator. El periodista y la agente
inmobiliaria emprenderán, acompañados por la secretaria de Helen, Mona,
aficionada al esoterismo, y el novio de esta, Oyster, un ecologista
ultrarradical, un viaje por carretera con el fin de destruir todos los
ejemplares del libro y encontrar el grimorio original del que procede el
hechizo.
Bastó El club de la pelea para que Chuck Palahniuk se
convirtiera en uno de mis autores favoritos. Luego de ese libro quise leer más
de él. Llegó Pigmeo a mis manos, humor
negro y escatológico, con ciertos defectos en la historia, no me impresionó,
pero tampoco fue decepcionante. Luego Snuff, más divertida, más escatológica, pero con una trama más interesante, mejor que
Pigmeo, pero muy por debajo del Club de la pelea. Este año me hice de Nana, y
sin poder quitarme la caprichosa y muy mala costumbre de comparar cualquier
cosa que lea de Chuck con su obra maestra, puedo decir que Nana es la más
cercana en calidad.
Personajes con traumas, con moral cuestionable, que igual
actúan por el bien de la humanidad o movidos por el más puro egoísmo. Personajes
que aunque a simple vista parecen caricaturescos son tan comunes y reales como
cualquiera que lea el libro.
El nihilismo, la desesperanza, las críticas a la sociedad ,
el uso de factoides para enriquecer la trama, la violencia y el humor negro,
que de una u otra forma siempre están en las historias de Palahniuk, son
empleados en Nana con la misma maestría que en su primer novela.
Con todo lo escrito anteriormente, es necesario aclarar que
no, Nana no es una copia del Club de la pelea, si bien es posible encontrar
similitudes, también tiene grandes diferencias, la mayor de ellas el toque fantástico
que va en aumento a medida que se avanza en la historia.
domingo, 5 de enero de 2014
LIBROS 2013
1.-
Ácido sulfúrico, Amélie
Nothomb ***/
2.- Clarisa ya tiene un muerto, Guillermo Fadanelli **
3.- No habrá más nombres ni fisonomías, Aldo Rosales **/
4.- El Decamerón, Giovanni Boccaccio *****
5.- Cóbraselo Caro, Élmer Mendoza **/
6.- El gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald ****/
7.- Para comerte mejor, Isabel Ali y Erath Juárez Hernández **/
8.- Snuff, Chuck Palahniuk ****/
9.- Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero debes
saber que ya no hay río ni llanto, Jorge Humberto Chávez ****
10.- El origen del futuro, Nicolás Minelli ***/
11.- Sangre en la luna, James Elroy ****/
12.- Nostalgia de la sombra, Eduardo Antonio Parra ****/
13.- Cuentos de Mark Twain ****
14.- La casa en llamas, Hugo Lázaro Aguilar **/
15.- Historias de cronopios y de famas, Julio Cortázar ****
16.- El juguete rabioso, Roberto Arlt ***/
17.- El restaurante del fin del mundo, Douglas Adams ****
18.- Cuentos de humor y de horror, Saki ***/
19.- Un hombre sin cabeza, Etgar Keret ****
20.- Entre cuatro esquinas, Aldo Rosales ***
21.- Historias extraordinarias, Roald Dahl ***/
22.- Cuentos de espantos y novelas rústicas, Manuel José
Othón ****
23.- Watchmen,
Alan Moore, Dave Gibbons, *****
24.- Cantos de Maldoror, Conde de Lautrémont ***/
25.- Fiebre sangrienta, Karen Marie Moning **/
26.- El gran fuego, B.R.Bruss ****
27.- El minotauro y la sirena, Mauricio Carrera y Betina
Keizman **
/ es media estrella
Esta vez, aunque incluí una novela gráfica (es un comic,
pero para que sea aceptada en las librerías le decimos así) leí mucho menos que
el 2012. Sólo dos libros de poesía uno malísimo y otro increíblemente bueno.
También un libro de entrevista ensayo, el último, que me costó mucho terminar
de leer.
El peor de todos el de Fadanelli, el mejor El Decamerón.
El minotauro y la Sirena, Mauricio Carrera, Betina Keizman
Libro publicado en
2001 que reúne en una mezcla de ensayo y entrevista a 13 escritores quienes, según los autores del libro,
representaban en ese momento a las generaciones que regresaban la vitalidad y
entusiasmo, así como una calidad excepcional a la literatura mexicana.
En el libro se entrevistan a Enrique Sena, Rosa Beltrán,
David Toscana, Ricardo Chávez Castañeda,
Mónica Lavín, Guillermo Fadanelli, Ignacio Padilla, Cristina
Rivera-Garza, Fernando Rivera Flores, Mario González Suárez, Ana García Bergua
y Jorge Volpi.
Sus influencias, sus primeros acercamientos a la literatura,
el cómo decidieron dedicarse a escribir, su obra, sus gustos y manías y los métodos
empleados al momento de ponerse a escribir, son algunos de los temas tocados en
las entrevistas.
En el caso de Ignacio Padilla y Volpi, me da la impresión de
que el texto se centra demasiado en el grupo al que los autores pertenecen (El
crack) más que en su persona.
El entrevistador también se empeña en preguntar a varios escritores
si se sienten parte del movimiento denominado Los enterradores, todos
concuerdan en decir que no.
El único libro que leí de Fadanelli no me gustó y en su
entrevista no dejé de sentir que sus respuestas estaban dictadas por cierto
afán de crearse un personaje de escritor borracho, valemadrista e irreverente
que resulta muy molesto por lo falso que se nota.
Lo que más me desagradó del libro es que el autor del ensayo
se limita a traspasar las opiniones de otros sobre la obra del escritor en
turno, antes que dar la propia. Todos los textos son: Sobre fulanito, merengano
dice tal cosa; de su libro, perengano cree esto otro; y como dice zutano es así
y asá. Esa es la causa de que para la
tercera entrevista yo ya estuviera harto y luchando contra las incontrolables
ganas de dejar el libro.
El minotauro y la Sirena, Mauricio Carrera, Betina Keizman
Libro publicado en
2001 que reúne en una mezcla de ensayo y entrevista a 13 escritores quienes, según los autores del libro,
representaban en ese momento a las generaciones que regresaban la vitalidad y
entusiasmo, así como una calidad excepcional a la literatura mexicana.
En el libro se entrevistan a Enrique Sena, Rosa Beltrán,
David Toscana, Ricardo Chávez Castañeda, Mónica Lavín, Guillermo Fadanelli, Ignacio Padilla,
Cristina Rivera-Garza, Fernando Rivera Flores, Mario González Suárez, Ana
García Bergua y Jorge Volpi.
Sus influencias, sus primeros acercamientos a la literatura,
el cómo decidieron dedicarse a escribir, su obra, sus gustos y manías y los métodos
empleados al momento de ponerse a escribir, son algunos de los temas tocados en
las entrevistas.
En el caso de Ignacio Padilla y Volpi, me da la impresión de
que el texto se centra demasiado en el grupo al que los autores pertenecen (El
crack) más que en su persona.
El entrevistador también se empeña en preguntar a varios escritores
si se sienten parte del movimiento denominado Los enterradores, todos
concuerdan en decir que no.
El único libro que leí de Fadanelli no me gustó y en su
entrevista no dejé de sentir que sus respuestas estaban dictadas por cierto afán
de crearse un personaje de escritor borracho, valemadrista e irreverente que
resulta muy molesto por lo falso que se nota.
Lo que más me desagradó del libro es que el autor del ensayo
se limita a traspasar las opiniones de otros sobre la obra del escritor en
turno, antes que dar la propia. Todos los textos son: Sobre fulanito, merengano
dice tal cosa; de su libro, perengano cree esto otro; y como dice zutano es así
y asá. Esa es la causa de que para la tercera
entrevista yo ya estuviera harto y luchando contra las incontrolables ganas de
dejar el libro.
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