Todos los fines de semana, en sótanos y
aparcamientos a lo largo y ancho del país, jóvenes oficinistas se
quitan los zapatos y las camisas y pelean entre sí hasta la
extenuación. Los lunes regresan a sus despachos, con los ojos
amoratados, algún diente de menos y un sentimiento embriagador de
omnipotencia. Estas reuniones clandestinas son parte del plan con el
que Tyler Durden, aspira a vengarse de una sociedad enferma por el
consumismo exacerbado.
Hace años vi la película y no la recuerdo bien,
pero desde que empece a leer el libro tenía en mente un detalle
sobre quienes eran el narrador y Tyler Durden, aún así pude
disfrutar la lectura de esta novela.
La narración es muy agil y comparándola con el
anterior libro que leí de Palahniuk: Pigmeo, el club de la pelea es
mucho mejor a pesar de ser muy anterior.
La verdad es que estoy ante otro libro que debí leer
en mi adolescencia, cuando la filosofía de Tyler Durden, una mezcla de anarquismo y nihilismo, me habría
impresionado mucho más.
El protagonista refleja muy bien esa sensación de
opresión que se siente al ser parte de la clase obrera y la
necesidad de liberarse, al menos unas horas de ella. Los pequeños
desahogos que lleva a cabo en compañía de Tyler Durden, son del
tipo de cosas que se hacen los fines de semana para olvidarse un rato
de (como bien dice Durden) ese trabajo que no queremos y en el que
estamos sólo para poder comprar ese montón de cosas que en realidad
no necesitamos.
No voy a decir nada de la trama porque seguramente ya
han visto la Película, pero a quien no haya leído el libro, le digo
que se está perdiendo de una muy buena novela.
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