En esta novela de humor negro se palpa el vacío sentimental y la escasa preocupación humana que atosiga a los habitantes del joven siglo XXI, en un peculiar entorno urbano que sobrevive plagado de esperanzas demasiado desechables y personajes a los que ya no les queda mucho por ofrecer. Genaro jura que Heráclito estaba equivocado: "no sólo podemos bañarnos en el mismo río dos veces sino cien veces, tres millones de veces, quince mil millones... llevamos años y años instalados en el mismo río puerco; habitamos una infinita cadena de tristezas". Es decir: la pérdida de la madre.
Cuando empece a leer el libro, me quedé impresionado por su inicio, que bien podría funcionar como un cuento corto y que me dejó con un sabor agridulce, leí una genialidad que me daba envidia no fuera mía. Pero después de esas primeras cuatro paginas la novela se va en picada. El protagonista nos muestra su vida, que es una rutina sin fin entre la búsqueda de las pinturas de su madre muerta, las visitas los domingos a la casa de su padre, la de su hermana para bañarse, el estadio del Cruz Azul y las llamadas y mensajes con una desconocida Mirna.
Novela con diversos conflictos que no llevan a ninguna parte. El amigo del protagonista, que lo acompaña a todos los partidos de fútbol, tiene cáncer y se la pasa prometiendo que dejara de acompañarlo, la enfermedad sale sobrando pues no aporta nada y la promesa tarda en cumplirse. La relación con Mirna empieza leyendo un mensaje en un baño publico que dice así: Me llamo Mirna, si quieres te la mamo. ¿En un baño de hombres una mujer deja ese mensaje? Obvio es que no, pero al protagonista no se le ocurre pensarlo. Creo que el encuentro se podría haber buscado de una mejor manera. Es desesperante ir avanzando y ver que todo lo que hacen estos dos es mandarse mensajes, quedar de verse y luego cancelar. Tanto, como las escenas en la casa de su hermana, donde una y otra vez el narrador divaga sobre la forma de ser de su hermana y como esta le presta el baño de mala gana y le pide que se de prisa por que su novio no tarda en llegar. Igual de repetitivo lo que sucede cada vez que visita a su padre. A estos defectos hay que agregar bromas sin gracia, un escritor viejo y borracho copiado al carbón de los personajes de Bukowski, las voces que Genaro dice escuchar, pero que además de causarle dolor de cabeza no hacen más que distraer y la nada acertada forma de terminar la novela.
La decepción más grande en lo que va del año, con muy pocas cosas buenas como para perder el tiempo leyéndola, ojala me alguien me lo hubiera dicho.